lunes, 5 de abril de 2010

EL FACTOR EMOCIONAL EN LA OBESIDAD INFANTIL



El tratamiento de la obesidad infantil requiere un trabajo que contemple
no sólo la alimentación y el estilo de vida sino la parte emocional del niño, a la que también debe dar respuesta el abordaje.

Su diagnóstico debe ser clínico y no limitarse exclusivamente a los percentiles.

La obesidad infantil ha ido aumentando en nuestro país, y se ha vuelto a demostrar en el "Estudio Español de Crecimiento".

En él participaron 40.000 niños, desde su nacimiento hasta los 22 años, del País Vasco, Aragón, Andalucía, Madrid y Cataluña.

Según Antonio Carrascosa, jefe de Pediatría del Hospital Valle de Hebrón, de Barcelona, "se ha producido una aceleración del índice de masa corporal (IMC).

Aunque el IMC se ha incrementado, no lo ha hecho de forma similar en toda la población. Como recalca el pediatra, los valores por debajo del percentil 70 no han variado.

Según Carrascosa, la explicación del aumento en la pubertad se debe a la importante aceleración del crecimiento, en el que se gana más altura y peso. "El niño entonces es más lábil para defenderse. Es un periodo crítico.

Esto ha dado lugar a que exista una confusión de percentiles: el sobrepeso y la obesidad no son diagnósticos en función del percentil, porque cambia en función del crecimiento".

La obesidad no debe medirse tomando como referencia un percentil concreto. Hay que analizar el problema como un proceso integral e individual.

El tratamiento de la obesidad infantil debe basarse en tres pilares:alimentación, estilo de vida y emocionalidad, siendo este el más importante.

"No hay ningún fármaco, por lo que deben modificarse los estilos de vida y los de la familia".

Hace seis años la Unidad de Endocrinología Pediátrica del Valle de Hebrón, de Barcelona, comenzó el programa de formación de educadores en obesidad infantil para que participaran en el programa "Niños en Movimiento"

En dicho programa, a los niños le preguntan sobre emocionalidad, calidad de alimentación y actividad física. Después de tres meses de programa, los niños siguen manteniendo los hábitos saludables un año más tarde y, lo más importante, parece que pueden mantenerlos de por vida".