A diferencia de la mayoría de los productos que se encuentran en el mercado, la golosina consiste en un bocadito crocante de sandía deshidratada con distintas formas y tamaños, que tiene colorantes naturales elaborados del propio pigmento de la sandía –un carotenoide llamado licopeno– y que tiene características antioxidantes.
La responsable del proyecto ha sido María del Pilar Buera, del Laboratorio de Propiedades Fisicoquímicas y Conservación de Biomoléculas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y ha explicado que se trata de las denominadas "Golosinas Nutracéuticas", es decir que tienen características nutritivas pero también de algún modo farmacéuticas.
"Con algunos aditivos naturales derivados del almidón, y mediante técnicas de microencapsulación, se lograron atractivos productos con el dulzor natural de la fruta y conservando además su atractivo color. Se diría que es como una especie de concentrado de licopeno. Tiene todas sus ventajas y además posee fibra.
Podría ser una forma de golosina atractiva para chicos y adultos", destaca Buera, y señala el caso de Suecia, donde se fomentan los quioscos de golosinas naturales de frutas o derivados.