miércoles, 14 de enero de 2015

¿POR QUÉ NUESTROS ABUELOS ESTABAN MÁS DELGADOS?

Las personas nacidas antes de 1942 parecen inmunes al "gen de la gordura", mientras sus efectos se doblan en generaciones posteriores.

Mientras las sociedades occidentales se hacen cada vez más obesas, cabe preguntarse si cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿Antiguamente la gente era más delgada? ¿Tienen nuestros abuelos o padres el mismo riesgo que nosotros de ser gordos?
Gracias al seguimiento médico de miles de personas durante casi 40 años, un equipo de EE UU ha determinado que hay un tercer factor esencial en la obesidad: el año de nacimiento.

El trabajo intenta explicar el espectacular aumento de la obesidad en las últimas décadas y se centra en el gen FTO, el mayor factor de riesgo genético conocido a la hora de ganar peso. 

Hasta ahora, varios estudios habían demostrado que una variante de este gen le da al portador unos tres kilos más de media y un mayor riesgo de acabar siendo obeso. 
Pero el nuevo estudio muestra que esto solo es verdad en las personas nacidas antes de 1942, ya que parecen inmunes a los efectos genéticos de la obesidad a pesar de tener el gen de la gordura.


Los investigadores apuntan al cambio radical que supuso el final de la II Guerra Mundial. “Sabemos que el ambiente juega un papel enorme en la expresión de los genes y factores ambientales globales como el cambio en los productos alimentarios y el volumen de actividad en el trabajo influyen en las variantes genéticas”.





El factor genético se duplica

Este trabajo se basa en el seguimiento de más de 5.000 personas de entre 27 y 63 años durante un periodo entre 1971 hasta 2008. Los datos son parte del estudio Framingham,  que arrancó en 1948 para estudiar la salud cardiovascular de miles de personas. 

El trabajo muestra que la asociación entre el gen de la gordura y un mayor índice de masa corporal era inexistente entre las personas que habían nacido antes de 1942. Sin embargo, en las generaciones posteriores esa correlación entre genética y obesidad no solo ha aumentado de forma progresiva, sino que resulta ser el doble de intensa de lo que mostraban estudios anteriores.

Cada vez hay más pruebas de que factores externos como la dieta o el ejercicio pueden modelar la actividad genética. 


Los ejemplos paradigmáticos son gemelos que, teniendo exactamente el mismo genoma, son muy diferentes, pudiendo ser uno obeso o diabético y el otro no. 

El mecanismo que lo explica se conoce como epigenética, cambios químicos que activan o desactivan los genes como un pianista pulsa unas teclas del piano y otras no y que pueden contribuir a provocar enfermedades como el cáncer. 
El equipo de Dolores Corella, una investigadora de la Universidad de Valencia experta en condicionantes genéticos de la obesidad, ha estudiado la misma variante genética en poblaciones de España y su correlación con otros factores.
El consumo de grasas saturadas es determinante para que esta variante genética empiece a hacer efecto, dice, pero también hay otros factores. 

"En población general de Valencia hemos visto que el nivel de estudios contrarresta el efecto del alelo A, de manera que los portadores del alelo de riesgo de obesidad solo tienen mayor índice de masa corporal que los demás cuando su nivel de estudios no es universitario".
Ese efecto solo se observa en las generaciones jóvenes y no en personas nacidas durante y después de la Guerra Civil. "Pensamos que quizá si pasaron hambre de pequeños se alteraba la regulación de FTO.