Se trata de sustancias químicas volátiles (vapores) que, en condiciones normales, se encuentran en el tracto gastrointestinal en cantidades variables. Fruto de la mala absorción de azúcares y de la fermentación de los alimentos por causa de la existencia natural de determinadas bacterias, así como del aire deglutido con la comida y bebida, estos gases van almacenándose en el estómago y en ambos intestinos.
Este aire acumulado (los gases) es en su mayoría inodoro. Sin embargo, existe una mínima cantidad de él que no lo es, debido a que contiene determinados compuestos sulfurosos. Todo esto depende, del tipo de dieta que se siga y, sobre todo, de las características químicas de cada persona.
¿Cómo se producen?
Los gases intestinales derivan de distintos procesos. En un 90 por ciento de los casos, su origen se encuentra en el aire que se ha deglutido con la comida o bebida. Este aire estaría compuesto de oxígeno, nitrógeno y dióxido de carbono.
Sin embargo, el 10 por ciento restante se debe a la acción de la flora bacteriana que, en condiciones normales, se encuentra en el intestino grueso (colon). Estas bacterias actúan de diferente forma en una persona u otra, según se haya ingerido un tipo u otro de alimento, sobre todo si estos son asimilados deficientemente en el intestino delgado y pasan al colon en su estado natural.
Las bacterias intestinales se encuentran por millones en el colon y son necesarias para múltiples funciones del organismo. Sobreviven consumiendo alimentos no digeridos en la parte alta del aparato digestivo (intestino delgado). Se alimentan preferentemente con carbohidratos (almidón, algunos azúcares y fibras) que escapan a un proceso digestivo previo. Entre los productos de esta acción bacteriana está la generación de gases como el hidrógeno y los metanos.
¿Cuáles son los síntomas?
Está claro que, dependiendo de cada persona, los síntomas serán unos u otros.En general, los gases intestinales pueden ocasionar el tener la sensación de hinchazón en el vientre o cierta opresión abdominal (que puede obligar a desabrocharse, por ejemplo, el cinturón o cambiar de postura mientras se está sentado).
Sin embargo, hay que tener presente que los gases no son graves, pero sí muy molestos, sobre todo si uno no consigue expulsarlos. Además, el hecho de acostarse tras comer provoca la ralentización de la digestión, con lo que la sensación de albergar una gran cantidad de aire en el estómago también es mayor.
¿Debes preocuparte por la aparición de gases?
En principio no. Los gases intestinales son parte del proceso natural de la digestión y, por ello, su presencia tras las comidas o a lo largo del día es completamente normal. Tampoco se relacionan con ninguna patología grave, por lo que no debe provocar preocupación alguna en el paciente.
¿Cuándo debes acudir al médico?
Depende del tiempo con el que se lleve teniendo las flatulencias o de la intensidad de las molestias que produzcan. Al ser un síntoma poco grave, la mayoría de las personas no acuden al médico y prefieren ir primero a la farmacia para adquirir determinados medicamentos que ayuden a expulsar los gases.
Los especialistas recomiendan acudir al médico cuando los síntomas sean muy intensos y limiten en gran medida la calidad de vida del paciente.
Más aún, cuando estos gases generen náuseas o vómitos, o incluso cuando se asocien con pérdidas de peso no justificadas, cuando haya frecuentes cambios en el hábito intestinal o cuando se produzca dolor abdominal y en el recto, o quemazón y reflujo del contenido gástrico hacia el tórax.
Consejos para su prevención:
Ante todo, se debe llevar una vida sana, una dieta equilibrada e incluir el ejercicio físico en las rutinas diarias.
Algunos especialistas recomiendan reducir las dosis de determinadas legumbres, verduras (guisantes, coles, alcachofas) o bebidas gaseosas, si se nota cierta tendencia a padecer gases.
Si todo esto no funciona, deberán evitarse los hábitos nerviosos de comer sin pausas y hablar al comer y, en cambio, ingerir los alimentos despacio, no fumar, no consumir chicles, o incluso caramelos, con frecuencia (con cada deglución se traga un poco de aire). Asimismo, es conveniente disminuir la ingesta de bebida carbonatada, corregir las prótesis dentales deficientes o incluso reducir la lactosa de la dieta, si produce intolerancia.