El acto de comer, más allá de ser una necesidad fisiológica, obedece a patrones psicológicos, que relacionan la ingesta con los sentimientos o afectos.
Cuando una persona fuma, deposita en el cigarrillo una serie de ansiedades, de descargas, canaliza sentimientos o sensaciones mediante un objeto, “el Cigarrillo”.
En el momento que conscientemente decide dejar de fumar, predispone mecanismos de defensa, mediante los cuales seguirá canalizando esas sensaciones, en general lo lleva a cabo con situaciones que le den placer como lo hacía el cigarrillo.
Como los alimentos se asocian a gratificación, son en ellos donde el fumador deposita toda su ansiedad.
La angustia generada por la falta de nicotina al inicio del tratamiento, conocida como la angustia oral, es complacida mediante la ingesta de alimentos.
Si se buscan las bases fisiológicas, por las cuales se reemplazan estos objetos Cigarrillos/Alimentos, difícilmente las encontremos, sólo las hallaremos en la Psicología de la persona, son manifestaciones de la conducta, sin obedecer a necesidades orgánicas.
Si se pudiera canalizar, este conjunto de sensaciones mediante la descarga física, mediante el movimiento, estaríamos canalizando adecuadamente toda esa energía generada, transformándola en sensaciones placenteras, a través de las Endorfinas, segregadas con el movimiento.
En la actualidad, los tratamientos para dejar de fumar, trabajan sobre pilares interrelacionados, como son la Psicología, la nutrición, la actividad física y la clínica médica del tratamiento.
La alimentación, que pasa a tener un rol más importante para ellos, debe ser ordenada, con ingestas frecuentes, cada 2 o 3 horas, evitando la sensación de hambre o tentaciones, no debe reemplazar al cigarrillo.
La actividad física, genera un espacio de descarga física y emocional, evitando esa descarga en los alimentos u otro objeto, y aumenta la secreción de Endorfinas, llamadas enzimas del bienestar, las cuales brindan sensaciones placenteras, las que encontraba quizá, al fumar.